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Los hombres jóvenes y adultos también necesitan espacios solo para ellos

Volvamos a abrir el debate sobre si los hombres, al igual que las mujeres, merecen tener un espacio propio.


Con la orden ejecutiva del presidente Trump que restauró la definición de sexo en la ley federal, y sus consecuentes acciones de aplicación —que incluyen amenazar con retirar fondos educativos al estado de Maine por seguir permitiendo que los varones compitan y se cambien con niñas y mujeres—, la lucha por los espacios de un solo sexo para mujeres puede que no haya terminado, pero sin duda va por el buen camino.


Es comprensible que la conversación nacional se haya centrado en la erosión de los derechos, la seguridad y las oportunidades de las niñas y las mujeres cuando se permite que los varones entren en sus vestuarios, equipos deportivos e incluso prisiones. Las consecuencias de eliminar los espacios para el sexo femenino son obvias y graves, en algunos casos incluso provocan lesiones físicas permanentes y agresiones sexuales.


La lenta e inexorable desaparición de espacios solo para hombres y niños.


Pero hay otra cara de la lenta eliminación de los espacios de un solo sexo que, aunque menos dramática, podría ser igual de importante: los hombres también sufren cuando se les niegan sus espacios exclusivos.


A partir de la década de 1990, fueron cayendo los espacios exclusivamente masculinos uno tras otro ante las demandas paralelas del "progreso" cultural y de una interpretación cambiante y errónea de la ley de derechos civiles. Por ejemplo, lo primero supuso la sentencia de muerte del Elks Club, un club solo para hombres que fue un elemento habitual de la vida estadounidense a mediados de siglo. La Benevolent and Protective Order of Elks se hizo mixta por votación en 1995, tras una serie de campañas de presión y demandas judiciales.



Al año siguiente, en 1996, el Tribunal Supremo dictaminó que el Instituto Militar de Virginia, una academia militar exclusivamente masculina, debía admitir a mujeres por ser una institución pública, basándose en la estricta lectura de la cláusula de igual protección por parte de la mayoría de los jueces. Como escribió en su disidencia el difunto juez Scalia, "hoy [el Tribunal] consagra la idea de que no se puede obtener ningún valor educativo sustancial de una academia militar solo para hombres".


Tres años más tarde, la ahora congresista Nancy Mace, que se ha manifestado abiertamente sobre la necesidad de mantener los espacios de las niñas exclusivamente femeninos, se convirtió en la primera mujer en graduarse en el Citadel Military College de Carolina del Sur. Si avanzamos hasta el día de hoy, incluso los Boy Scouts son mixtos. Y, por supuesto, todos estos cambios de la década de 1990 fueron la culminación de un largo retroceso de los espacios dominados por los hombres que solían incluir el lugar de trabajo, la mayoría de los bares y clubes, los gimnasios y otros lugares públicos.


Es el momento de replantearse la cuestión de los espacios propios para hombres o mujeres


La exclusión de las mujeres de los clubes, escuelas o academias de hombres se ha considerado una discriminación arcaica, tal vez basada en alguna falsa noción de inferioridad femenina. Pero la batalla para mantener a los hombres fuera de los deportes femeninos debería generar nuevas y comprensivas preguntas sobre lo que perdimos cuando hicimos ilegal en casi todos los casos que los hombres se reunieran únicamente con otros hombres en un entorno organizativo formal, y sobre si había una forma mejor de equilibrar los intereses de mujeres y hombres a la vez que se preservaban esas oportunidades para los varones.


No es una coincidencia que la proporción de hombres que carecen de un solo amigo cercano se haya disparado hasta el 15%, un aumento de cinco veces desde 1990, y el problema está empeorando, con uno de cada cuatro hombres menores de 30 años que informa no tener ningún amigo cercano. Se ha escrito mucho y se ha centrado la atención en el colapso de las relaciones de pareja, pero desde principios de los 90 ha estado ocurriendo un colapso correspondiente y poco valorado de la amistad en general, sobre todo la amistad del mismo sexo. E incluso la noción de la amistad masculina heroica, un elemento habitual en la literatura durante miles de años, es ahora una especie de bromance*. Incluso a Frodo y Sam en El Señor de los Anillos se les caracteriza constantemente como gais por una cultura que no puede tomarse en serio las conexiones masculinas no sexuales.



Recuperar la identidad de los niños y sus espacios propios


En nuestro enfoque en el avance de las niñas, parece que hemos olvidado que a los niños se les bombardea desde una edad temprana con mensajes culturales que tratan su masculinidad como algo intrínsecamente peligroso, tóxico o retrógrado. La fraternidad, en el sentido literal y antiguo de la palabra, se considera algo pasado de moda.


Los niños reciben mensajes contradictorios: se supone que las mujeres que entran en sus clubes deportivos y espacios masculinos deben ser aceptadas simplemente como "uno más", pero los niños saben que hay algo malo en aprovechar sus ventajas físicas inherentes, por ejemplo, para vencer a mujeres en lucha o baloncesto. Se enfrentan a burlas por "ganar a una chica" tanto como por perder contra una. Sus sensibilidades, su deseo de intimidad y su dignidad encuentran pocos defensores.


Dado que la gran mayoría de los estadounidenses están ahora claramente de acuerdo en que la eliminación de los espacios exclusivamente femeninos ha sido un desastre para las niñas y las mujeres, quizá sea el momento de considerar las consecuencias negativas de privar a los niños y a los hombres de los espacios masculinos y reabrir la conversación sobre si los hombres, además de las mujeres, merecen tener un espacio propio.


*Relación de amistad estrecha y no sexual entre dos o más hombres. Es una forma de vínculo afectivo que va más allá de la amistad casual, caracterizada por una gran intimidad emocional y un alto nivel de camaradería. El término combina las palabras "brother" (hermano) y "romance", reflejando la idea de una amistad profunda y especial entre hombres. 

Fuente: Men Need Single-Sex Spaces, Too, National Rewieu, 5 de abril de 2025


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