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Escuela diferenciada, libertad y miedo

Foto del escritor: Be.DifferentBe.Different

Actualizado: 14 jun 2021

Las familias de esos 4.500 alumnos deberían obtener una justificación intelectual rigurosa, más allá de que "segregar por sexos" es pernicioso.


QUIENES hemos escogido colegios mixtos para nues­tros hijos también deberíamos alarmarnos ante la posibilidad, como informaba este periódico, de que le retiren el concierto económico a la educa­ción diferenciada (Irabia-lzagay Miravalles-Redín). Porque, una vez más, el Estado anda decidien­do por los padres, en este caso discriminando una opción perfectamente legítima. Hoy toca el turno a este modelo educativo, mañana vaya usted a saber. Por eso nos debería inquietar.


Más allá de la batalla legal, ca­be reflexionar sobre la cuestión de fondo. ¿Por qué es mala la edu­cación diferenciada, hasta el pun­to de excluirla de las ayudas pú­blicas que tantos concertados re­ciben? Es tan válida como la mixta. Y lo más maravilloso es que no obliga a nadie: quienes lo deseen pueden solicitar plaza en esos colegios y, a quienes no les guste, que son la inmensa mayo­ría, pedirán entrar en cualquier otro. ¿No es fantástica la libertad para escoger? Sin embargo, no es suficiente. Según la ley Celaá y la postura expresada por el conse­jero Gimeno, esos estudiantes no deberían tener derecho a una educación concertada. Su mode­lo debe ser discriminado, es decir, castigado sin dinero público. ¿Por qué?


Contradicciones y dogmatismos


Aquí es donde las contradiccio­nes emergen y el dogmatismo se impone al conocimiento y los he­chos. ¿Son acaso colegios que pro­ducen jóvenes más machistas? ¿Dónde están los números que lo avalen? ¿Son centros que animan a la mujer a adoptar un rol tradicional que no sea del gusto de las instituciones actuales? Muestren datos de las carreras que escogen, por favor. Porque para generar in­certidumbre sobre algo tan esen­cial como la educación de nues­tros hijos -más aún con la que está cayendo entre pandemia y crisis económica- habría que ser muy riguroso. ¡Los padres eligen esos centros porque entienden que es o mejor para sus hijos! Y porque es un modelo que funciona estu­pendamente. En todos los ran­kings (desde el del diario El Mun­do hasta en las notas de Selectivi­dad) esos colegios navarros aparecen siempre muy arriba.


Las familias de esos 4.500 alumnos y sus 350 profesores de­berían obtener una justificación intelectual rigurosa, más allá de que "segregar por sexos" en el au­la es pernicioso. ¿Por qué lo es? ¿Dónde están las evidencias? ¿O, simplemente, se trata de una opi­nión y, como tal, perfectamente respetable pero también discuti­ble? ¿No debe mantenerse el es­tado neutral ante cuestiones de­batibles?


Uno puede argumentar: es que dividir entre chicos y chicas está mal porque es contrario a la igualdad y la inclusión. Y, enton­ces, por lógica y consistencia ha­bría que encarar sus derivadas: ¿por qué está mal solo separar por sexos? Si la igualdad es la me­ta suprema, ¿por qué permitir modelos lingüísticos distintos? Que todos los colegios mezclen en sus aulas varios idiomas y aprendan todos exactamente lo mismo. Eso sería igualdad estric­ta y diversidad a raudales. Y que quien quiera educación solo en euskera o alemán, que "se la pa­gue", como se suele lamentable­mente escuchar. Aún más, toda escuela agrupa indefectiblemen­te por edades. Se me ocurren po­cas aulas más diversas que una en la que convivan niños de entre 3 y 15 años. Incluso hay modelos pedagógicos que lo propugnan. ¿Por qué admitir "segregar" por edades, en lugar de hacerlo por capacidad?


Coartar la libertad


Queda ya claro que la "igual­dad" o la "diversidad" no son más que bellas palabras para coartar la libertad de las familias que prefieren la educación diferen­ciada. Es sorprendente que, con la actual omnipresencia del con­cepto ''diversidad", esta jamás se aplique al ámbito ideológico. No. Ahí hay que imponer la uniformi­dad. Son deseables todas las diversidades excepto aquellas que partan de presupuestos antropo­lógicos distintos al marco ideoló­gico de quienes nos gobiernan. No, esa diversidad no se tolera. Ni siquiera para esos dos únicos co­legios de los trescientos que ope­ran en Navarra.


Por cierto, que no son precisa­mente instituciones con poco alumnado: cuentan con 11 líneas en total y lista de espera. Si existe una evidente demanda social, ¿por qué es lícito castigar a una alternativa que se ha revelado tan fructífera para formar a alumnos -intelectual y socialmente- durante décadas? El Es­tado ha de servir a la sociedad y no al revés.


En un artículo titulado "Liber­tad o miedo" (10-2-2015), el ahora consejero Gimeno entonaba una hermosa defensa de la libertad para, a continuación, escribir: «Parece no importarnos ser cada vez más dependientes y menos li­bres. Es por ello, por lo que nunca he apreciado a quien fundamen­ta su estrategia política en el miedo. Creo que no inspira con­fianza, que cada vez gusta menos y que es una manera de presen­tar carencias de tipo ideológico». Hoy hay miles de familias angus­tiadas ante la posible eliminación del concierto, dos colegios chan­tajeados para cambiar su exitoso modelo educativo, y la libertad, ay, gravemente disminuida.


Gana el miedo, consejero.

 

Alberto Nahum García Martínez. Profesor Titular de Universidad

Diario de Navarra, 17/01/2021

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